


Concepción De J.R.Tolkien
Ilúvatar declaró que los elfos tendrían y harían más cosas hermosas que cualquier otra criatura terrenal y que disfrutarían de la máxima felicidad y padecerían los mayores sufrimientos. Serían inmortales y no envejecerían, de manera que vivirían mientras la Tierra viviera. Nunca conocerían la enfermedad o las pestes, pero sus cuerpos serían de la misma sustancia que la Tierra y podrían ser destruidos. Podían hallar la muerte por el fuego o el acero en la guerra, ser asesinados o incluso morir de pena. Tendrían el mismo tamaño que los hombres, que todavía no habían sido creados, pero los elfos serían más fuertes física y espiritualmente, y no se debilitarían con la edad; sólo se harían más sabios y hermosos. Aunque eran seres mucho menores en estatura y poder que los divinos Valar, los elfos comparten la naturaleza de esos poderes en mayor medida que la raza de los Segundos Nacidos.
Se dice que los elfos siempre andan en medio de una luz que es como el resplandor de la luna cuando está justo debajo del horizonte. Sus cabellos son como hilos de oro o de plata, o de azabache pulido, y la luz de las estrellas brilla a su alrededor, en el pelo, en los ojos, en sus sedosas vestimentas o en sus manos enjoyadas. Siempre hay luz en un rostro élfico, y el sonido de sus voces es variado, hermoso y sutil como el del agua. De todas las artes, son maestros en el habla, la canción y la poesía. Los elfos fueron los primeros que hablaron en la Tierra y nadie antes que ellos cantó. Y por eso se llamaban a sí mismos, muy apropiadamente, los quendi, los «parlantes», porque enseñaron a hablar a todas las razas de la Tierra. En la Primera Edad de las Estrellas, tras la caída de Utumno y la derrota de Melkor, el Enemigo Oscuro, los Valar llamaron a los elfos para que fueran a las Tierras Imperecederas en el oeste. Esto ocurrió antes de que surgieran el Sol y la Luna, cuando la Tierra Media sólo estaba iluminada por las estrellas y los Valar querían proteger a los elfos de las tinieblas y del mal acechante que Melkor había dejado tras de sí. Y así, en las Tierras Imperecederas que se encuentran más allá de los mares occidentales, los Valar prepararon un lugar llamado Eldamar, que significa «hogar de los elfos», donde se había predicho que con el tiempo los elfos edificarían ciudades con cúpulas de plata, calles de oro y escaleras de cristal. De esta manera los elfos se dividieron por primera vez, porque no todos los pueblos élficos querían abandonar la Tierra Media y entrar en la Luz Eterna de las Tierras Imperecederas. Atendiendo a las invitaciones de los Valar, un gran número de elfos marchó al oeste, y éstos fueron los eldar, el «pueblo de las estrellas», pero otros se quedaron por su amor a la luz de las estrellas y se llamaron los avari, los «renuentes». Aunque eran diestros en las vías de la naturaleza y, como toda su raza, inmortales, eran un pueblo menor. Casi todos se quedaron en las regiones orientales donde el poder de Melkor era más intenso, y por eso menguaron
Se dice que los elfos siempre andan en medio de una luz que es como el resplandor de la luna cuando está justo debajo del horizonte. Sus cabellos son como hilos de oro o de plata, o de azabache pulido, y la luz de las estrellas brilla a su alrededor, en el pelo, en los ojos, en sus sedosas vestimentas o en sus manos enjoyadas. Siempre hay luz en un rostro élfico, y el sonido de sus voces es variado, hermoso y sutil como el del agua. De todas las artes, son maestros en el habla, la canción y la poesía. Los elfos fueron los primeros que hablaron en la Tierra y nadie antes que ellos cantó. Y por eso se llamaban a sí mismos, muy apropiadamente, los quendi, los «parlantes», porque enseñaron a hablar a todas las razas de la Tierra. En la Primera Edad de las Estrellas, tras la caída de Utumno y la derrota de Melkor, el Enemigo Oscuro, los Valar llamaron a los elfos para que fueran a las Tierras Imperecederas en el oeste. Esto ocurrió antes de que surgieran el Sol y la Luna, cuando la Tierra Media sólo estaba iluminada por las estrellas y los Valar querían proteger a los elfos de las tinieblas y del mal acechante que Melkor había dejado tras de sí. Y así, en las Tierras Imperecederas que se encuentran más allá de los mares occidentales, los Valar prepararon un lugar llamado Eldamar, que significa «hogar de los elfos», donde se había predicho que con el tiempo los elfos edificarían ciudades con cúpulas de plata, calles de oro y escaleras de cristal. De esta manera los elfos se dividieron por primera vez, porque no todos los pueblos élficos querían abandonar la Tierra Media y entrar en la Luz Eterna de las Tierras Imperecederas. Atendiendo a las invitaciones de los Valar, un gran número de elfos marchó al oeste, y éstos fueron los eldar, el «pueblo de las estrellas», pero otros se quedaron por su amor a la luz de las estrellas y se llamaron los avari, los «renuentes». Aunque eran diestros en las vías de la naturaleza y, como toda su raza, inmortales, eran un pueblo menor. Casi todos se quedaron en las regiones orientales donde el poder de Melkor era más intenso, y por eso menguaron
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